La histona MacroH2A ha estado controlando el balance energético de las células animales desde el inicio del linaje
Investigadores del Instituto de Investigación contra la Leucemia Josep Carreras descubren que el macrodominio de la histona macroH2A es uno de los reguladores del equilibrio de NAD+ entre el compartimento nuclear y las mitocondrias, y que lleva siéndolo desde la época de los protistas pre -metazoicos.
Todos los estudiantes de bachillerato que siguen el programa de biología saben que, dentro de una célula, la energía se transporta en forma de ATP, una molécula altamente energética. Se sintetiza sobretodo en las mitocondrias, en la cadena respiratoria, principalmente mediante el uso del transportador de protones NAD+. Dado que la cantidad de ATP y NAD+ es finita en la célula, su consumo debe regularse cuidadosamente para garantizar que haya suficiente energía para cumplir las funciones vitales del organismo.
Dos de los compartimentos con mayor consumo energético de una célula son las mitocondrias y el núcleo. Equilibrar el flujo de energía entre ellos es vital para mantener la homeostasis básica bajo control y ahora investigadores del Buschbeck Lab informan de que una de las proteínas implicadas en este equilibrio parece ser, por sorprendente que pueda ser, una histona. Más precisamente, la variante de histona macroH2A.
En un artículo publicado recientemente en la prestigiosa revista Nature Structural & Molecular Biology, escrito por Iva Guberovic y supervisado por el Dr. Marcus Buschbeck, los investigadores descubrieron que macroH2A puede interactuar con PARP1, uno de los principales consumidores de NAD+ en el núcleo, a través de su macrodominio, inhibiendo su actividad y reduciendo el consumo total de energía del compartimento nuclear.
Además, el bajo consumo de energía en el núcleo se asoció a estados no proliferativos, como en las esporas del protista Capsaspora, una forma de resistencia que utiliza para sobrevivir en condiciones ambientales extremas.
La supervivencia es primordial para los seres vivos y esto podría explicar por qué esta actividad de equilibrio de macroH2A se ha conservado a lo largo de la historia evolutiva del reino animal. El análisis de Guberovic y sus colegas concluye que su origen y diversificación se produjeron durante la transición de protista a invertebrado, hace mil millones de años, y se ha ido adaptando desde entonces hasta formar parte de la sutil maquinaria de regulación energética de la mayoría de las células animales.
Según los autores, no es habitual encontrar un macrodomino vinculado a una proteína histona, principalmente encargada de la regulación de la cromatina y muy alejada de las funciones de equilibrio metabólico. Su hipótesis es que esta asociación sucedió por casualidad, como es habitual en la evolución, y fue bastante bien, ya que la vida media prolongada de las histonas en el núcleo contribuiría a mantener un bajo consumo de energía del núcleo durante largos períodos, de forma fácil y económica.
Al final, pues, quizá la supervivencia del más apto podría ser la fórmula más sencilla para explicar cómo una humilde variante de histona acabó jugando un papel importante en el equilibrio energético entre el núcleo y las mitocondrias, permitiendo que el linaje animal sobreviva hasta la fecha. No es poca cosa.